Guerra y acumulación capitalista: Semántica, cosmética y genocidio
13 de Junho de 2012, 21:00 - sem comentários aindaPor Azalea Robles
Los apelativos “guerras tribales” y demás expresiones consagradas en el campo semántico destinado a prolongar el estatus quo, encubren guerras por la acumulación de recursos, guerras fomentadas con fines geopolíticos y económicos claramente definidos por los verdaderos ‘señores de la guerra’ que son los fabricantes de armas, los mercaderes de la energía, de la alimentación industrial, y las multinacionales de químicos, todos motores de la maquinaria depredadora del planeta.
Guerra y acumulación capitalista: Semántica, cosmética y genocidio
Para acceder a las notas completas, en caso de no encontrarlas en esta publicación: www.azalearobles.blogspot.com
O en pdf adjunto: NOTAS-de-Guerra-y-acumulacion-capitalista.pdf
Colombia Empalada: Feminicidio y terror de Estado
11 de Junho de 2012, 21:00 - sem comentários aindaPor José Antonio Gutiérrez D.
El brutal asesinato, tortura y violación de Rosa Elvira Cely, en pleno Parque Nacional de Bogotá, ha causado una justa ola de indignación en todo el país. Al grito de “¡Ni una Rosa más!” miles de bogotanos se reunieron el 3 de Junio en el lugar del macabro crimen a rendir sentido tributo a esta víctima y a protestar vehemente contra la violencia contra la mujer.
En este espacio no quiero extenderme demasiado sobre este crimen en particular, que lamentablemente, es uno más entre miles de abusos y feminicidios que ocurren cotidianamente en Colombia. Ni quiero tampoco referirme a las múltiples negligencias que contribuyeron, en algún grado, al desenlace fatal de esta historia (una respuesta inadecuada de la policía a los llamados de auxilio, negligencia en su atención médica, que no se atendieran sus heridas de puñal que fueron las que finalmente le ocasionaron la muerte, etc.). Sobre lo que quiero llamar la atención es sobre la hipocresía de los medios y las élites colombianas que hoy se horrorizan ante el cadáver de Rosa Elvira Cely, pero que sistemáticamente han hecho la vista gorda ante los crímenes del paramilitarismo, que son calco y copia del empalamiento de Rosa Elvira Cely.
La práctica del empalamiento, es decir, la penetración forzosa por el ano o la vagina de la víctima con un palo que le perfora los órganos internos, a veces saliendo por la boca, no es un acto sádico novedoso. Es una práctica que, de hecho, se ha aplicado en Colombia desde los inicios de la violencia conservadora a mediados de los ‘40, en innumerables veredas y zonas rurales, donde las cuadrillas de chulavitas, pájaros o paramilitares (como se les ha llamado en diferentes épocas y regiones a los ejércitos privados al servicio de terratenientes y caciques políticos del establecimiento) se han desplazado aterrorizando a la población, utilizando a la violencia sexual como una forma de amedrentamiento y control. El empalamiento, así como otras formas de agresión sádica hacia la mujer (cercenar los senos, extraer el feto del vientre de las embarazadas, por ejemplo), demuestran la notable continuidad entre la violencia “chulavita” de los ‘40 y la violencia “paraca” de los ‘90 hasta ahora. La agresión hacia la mujer, y hacia las niñas, es vista en la lógica paramilitar como una manera de humillar y proyectar el control total, patriarcal-machista-violento, sobre comunidades que consideran hostiles a su proyecto de “Estado comunitario” o aliadas de la “subversión”. En palabras de la investigadora Donny Meertens, la violencia sexual “no es tolerada como un acto de perversión individual, sino que ha sido permitida como una práctica sistemática de guerra, aplicable solamente a comunidades específicas” [1].
Volviendo al empalamiento, abundan los casos de mujeres que, por haber sido señaladas de ser amantes de un guerrillero, se les violó, asesinó y, en muchos casos, empaló. El empalamiento, por citar un ejemplo, fue utilizado en la masacre del Salado, en los Montes de María, en el 2000: al menos una víctima, Neivis Arrieta, de 18 años, fue empalada al ser acusada de amante de un guerrillero de las FARC-EP [2]. Según Olga Amparo Sánchez, de la Casa de la Mujer, en Tumaco hoy en día se está utilizando el empalamiento como una práctica sistemática por parte de paramilitares y lo mismo ocurre en muchas otras regiones del país [3]. También los paramilitares han torturado con el empalamiento a homosexuales en sus áreas de control y en sus campañas de “limpieza social” [4].
Los medios colombianos, que hoy se rasgan los vestidos con el horror del empalamiento de Cely, jamás se escandalizaron demasiado cuando estas prácticas eran llevadas a efecto por los paramilitares en “zonas rojas”, frecuentemente de la mano de la fuerza pública. Los medios, que estaban al tanto de todo cuanto ha ocurrido en las zonas rurales de Colombia desde los inicios de la ofensiva paramilitar de los ‘80, jamás informaron con lujo de detalle, como sí hicieron con el caso de Cely, de las atrocidades cometidas por el binomio paramilitarismo-ejército [5]. Curiosamente, nos hemos tenido que enterar del real calibre de esta barbarie a través de los informes de organizaciones de Derechos Humanos o mediante páginas especializadas en el conflicto, como Verdad Abierta, o a través del trabajo de periodistas extranjeros, como el ahora célebre Roméo Langlois. Los periodistas colombianos, salvo muy honrosas excepciones -Hollman Morris a la cabeza de ellos-, han optado por no investigar sobre estos temas, sea por mediocridad, pereza, por miedo, autocensura, lambonería o complicidad.
Y digo complicidad, porque los grupos económicos que manejan los medios en Colombia tienen plena identidad de intereses con los sectores económicos colombianos que han financiado, armado y estimulado al paramilitarismo (extractivos, mafiosos, ganaderos, terratenientes, multinacionales, etc.). Todos al final son la misma rosca. Los medios masivos colombianos, a lo más, lamentaron los “excesos” del paramilitarismo, siempre excusándolo al decir que era una respuesta “exagerada” a la “amenaza guerrillera” –poniendo, de esta manera, la historia colombiana de cabeza y distorsionando los eventos [6]. En casos de excepcional honestidad, hasta han llegado a aplaudir abiertamente al paramilitarismo [7]. Los crímenes paramilitares han sido silenciados, trivializados, mistificados, ocultados, ignorados, excusados, cuando no aplaudidos, en los medios, los que han ayudado, de esta manera, a hacer más espesa la “noche y la niebla” al amparo de la cual actúa el paramilitarismo [8].
De Javier Velasco, el único detenido hasta el momento en relación al asesinato, se ha dicho apenas que era un “delincuente común” [9]. Pero la práctica del empalamiento no es una forma cualquiera de sadismo, sino que está estrictamente asociada a la figura del paramilitarismo en Colombia. Es una tortura normada, pautada, ritualizada y aprendida. No me cabe ninguna duda que el asesino de Rosa Elvira Cely alguna relación ha tenido con el paramilitarismo y con las bandas de “limpieza social”, los ejércitos privados que la derecha tiene a su disposición para destruir tejido social, imponer su control absoluto, imponer su visión retrógrada y conservadora del mundo [10] y para hacer el trabajo sucio que no siempre puede hacer el ejército abiertamente. Y no me cabe ninguna duda que este muy posible vínculo no será investigado, ni estudiado, porque jamás los medios colombianos ni los grupos de interés detrás de ellos, les ha interesado generar verdadero rechazo al paramilitarismo en la opinión pública [11]. Les basta con tomar un tibio distanciamiento público, condenar sus “excesos”, la muerte de “inocentes” (daños colaterales), mientras reproducen el discurso del “mal necesario”.
La bestialidad de este crimen merece la justa indignación de toda persona que tenga un poco de corazón: Todos somos Rosa Elvira Cely, todos debemos repudiar enérgicamente este crimen. Pero los medios -y las élites que los controlan- ponen el grito en el cielo no ante el crimen en sí, sino ante el hecho de que el empalamiento se da por fuera del espacio en el cual es “natural” que se diera: el marco del conflicto armado. Ponen el grito de espanto porque la víctima no era ni un “marica” víctima de la limpieza social, ni una “zorra malparida” que se acostaba con un guerrillero. Porque el empalamiento ocurrió en el Parque Nacional y no en una “zona roja”, en un municipio apartado en medio de la nada o en un barrio paupérrimo. Porque esta bestialidad se realizó, en palabras de Meertens, fuera de la “comunidad específica” a la que normalmente se victimiza de esta manera ante el silencio cómplice de los medios y la mirada indiferente o de aprobación incluso, de las élites que se siguen enriqueciendo con la guerra y su lógica de apropiación de riquezas mediante el despojo violento, el control de comunidades y territorios. Por eso se horrorizaron tanto, pero esas mismas élites son las que siguen creando los “Javier Velascos” que empalan, violan, descuartizan, las que siguen apoyando y formando sus ejércitos mercenarios, las que siguen haciendo de la muerte una de las industrias más prósperas en la lacerada tierra colombiana. Esto no lo olvidemos ni por un minuto.
7 de Junio, 2012
NOTAS:
[1] “Victims and Survivors of War in Colombia –Three Views of Gender Relations” en “Violence in Colombia 1990-2000”, Ed. Charles Bergquist, Ricardo Peñaranda, Gonzalo Sánchez, SR Books, 2001, p.154. La autora se refiere al contexto de la “Violencia” de las décadas de 1940-1950, pero consideramos que esta conclusión es igualmente válida para la campaña paramilitar de la década de los ’80 hasta el presente.
[2] http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-6083807
[3] http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2012/06/120603_colombia_violacion_rosa_cely_violencia_mujer_protesta_aw.shtml
[4] http://www.semana.com/especiales/oficio-matar/108229-3.aspx
[5] El binomio paramilitarismo-ejército es, según informes de Medicina Legal, responsable del 78% de los crímenes sexuales cometidos en el marco del conflicto armado –de los cuales, el 63% sería responsabilidad directa del ejército. Este elevado número nos habla de una práctica sistemática y recurrente. Ver las memorias del foro “¿Para qué una política criminal sobre violencia sexual en Colombia?” (Noviembre 2011), p.6 http://www.sismamujer.org/sites/default/files/publicaciones/Memorias%20en%20pdf%20del%20foro%20%C2%BFpara%20qu%C3%A9%20una%20pol%C3%ADtica%20criminal%20sobre%20violencia%20sexual%20en%20Colombia.pdf
Aún así, es importante tener en cuenta que estas cifras oficiales son, con toda certeza, una subvaloración de la estadística real, sea por la tendencia a disminuir los abusos de la fuerza pública y exagerar los de la insurgencia (algo común en la mayoría de las estadísticas oficiales), sea por el bajo nivel de la denuncia: según un informe de la Defensoría del Pueblo del 2008, el 81,7% de las personas desplazadas que sufrieron abuso sexual no presentaron ninguna denuncia. Estas cifras son consistentes con un estudio independiente, realizado el 2012 por Oxfam y la Casa de la Mujer en una muestra representativa de mujeres, en la cual el 82% de las que reconoció haber sido víctima de violencia sexual no presentó ninguna forma de denuncia (Ibid). Según otro informe, sobre la violencia sexual en el departamento del Magdalena y en los Montes de María, se llega a la conclusión que “Los militares son de lejos los principales responsables de ese delito, que cometían "en contextos estratégicos" de su conquista territorial y también de manera "oportunista" para conseguir "satisfacción sexual", pues el "desprecio hacia las mujeres" inculcado en sus filas (…) marcó esa conducta.” http://www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-311782-paramilitares-usaron-violencia-sexual-arma-de-conquista-colombia
[6] En realidad, las guerrillas se forman hacia fines de los ‘40 como respuesta (como grupos de autodefensa) por los desmanes y atropellos de las escuadras conservadoras (antecesores de los modernos paramilitares) en el campo colombiano.
[7] Ver la editorial de El Tiempo del 30 de Julio de 1987.
[8] Como prueba de ello, esta semana hubo una masacre paramilitar de 5 personas en el municipio de Remedios (Antioquia), la cual apenas fue “cubierta” con una escuálida nota de 120 míseras palabras (3 de Junio). Esto no fue una masacre, sino que un “ataque”, perpetrado no por “terroristas” sino que por “desconocidos”. El medio informa de que en la zona operan paramilitares y guerrilleros, dejando un manto de duda sobre la autoría de la masacre, aún cuando todo el mundo sabe que fue un ataque de los paramilitares: la masacre, de hecho, se realizó en un local comunitario, centros sociales que frecuentemente son blancos de la actividad paramilitar que se especializa en atacar toda forma de organización popular. El Espectador no se atreve a denunciar al paramilitarismo, sino que las aciones paramilitares siempre son perpetradas por “desconocidos” –esto no es sino una manera de tejer el manto de “noche y niebla” con la que operan estos ejércitos mercenarios de la derecha política. Contrasta esta nota marcadamente con la cobertura que reciben las acciones insurgentes en este mismo medio.
http://www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-350657-cinco-muertos-y-tres-heridos-ataque-remedios-antioquia
[9] http://www.semana.com/nacion/muerte-rosa-elvira-cely-crimen-abominable/178184-3.aspx
[10] Sicarios y descuartizadores suelen cargar rosarios y llevar siempre una oración a flor de labios
[11] Prueba de ello es la distancia y ambigüedad con la que han asumido los llamados a jornadas nacionales de protesta contra el paramilitarismo (como la del 6 de Marzo del 2008), que contrasta con el entusiasmo que demuestran cada vez que hay algún pronunciamiento contra la insurgencia.
Recibido por correo electrónico
Le recomendamos además:
Colombia: feminicidio invisible / Noemí García Cabezas
http://aliciaguevaraenelmundo.blogspot.com/2012/06/colombia-feminicidio-invisible.html
Carta Mundial de repudio por el brutal asesinato de Rosa Elvira Cely y miles de mujeres más en nuestra América Latina
http://antropologiadegenero.com/?p=4422
Que la pena los convierta...
11 de Junho de 2012, 21:00 - sem comentários aindaPor Alina Perera
"Hay que reemprender entonces la siembra infatigable de las semillas" |
Así como las hormigas de un artista ascendían por las fachadas del teatro Fausto durante la Oncena Bienal de La Habana —en una propuesta cuyo título recuerda otras creaciones («Casa tomada»)—, percibo que suben por las columnas de nuestras virtudes ciertas sombras, por lo general ruidosas, que parecieran poder apagar toda valía cultivada aquí en cuestiones de conducta humana.
Las oscuras oleadas incluyen a «vulgarcitas» y a «vulgarcitos», a impúdicos, a seres calados por el mal gusto y la ignorancia, a rotos del alma (con o sin plata); y si me permiten usar una categoría que los retuerza a todos en una misma dimensión, hablaría de personas para quienes la decencia —valor tan cardinal entre cubanos— carece de todo significado y encanto.
Suelen estar en cualquier sitio; no responden con delicadeza a un «buenos días» (no saben hacerlo); difícilmente miren a los ojos de quien les aborde, o alcancen a dar un explicación sobre algo; en una carrera desesperada y leve, soslayan sumergirse en la meditación. Y desde luego, no conocen el valor de la elegancia (no hablo de traje largo), ni la pegada de eso inmaterial que abre puertas, mueve voluntades y convierte un «no» en un «sí»: eso inmaterial que nuestros abuelos siempre conocieron como el «don de gentes».
Da tristeza y vergüenza ajena ver a algunos de esos seres-sombras apostados como exitosos en lugares hechos para lo sensitivo, el divertimento y el consumo. No disfrutan tranquilamente: pretenden gozar a puro grito, y afean cualquier escenario como ¿poderosos? de extraña estirpe, mientras un mar de gente buena (que tanto merece copar los espacios del disfrute) pasa sobrecogida contemplando el espectáculo de la insolencia.
Apenan como moscas en medio de la sopa. Salpican el paisaje con una impronta anodina y depredadora que confiere al ambiente social la sensación del empobrecimiento y la fealdad más rotundos, como si viajáramos en una embarcación al pairo. Apenan porque, como diría un hombre grande de esta nación, sabemos que son nuestros.
Tras las causas —arista sin la cual toda mirada se quedaría en la nata—, hay que reconocer que ahora estamos viendo y sintiendo las esquirlas de una implosión social, el golpe de más de 20 años de crisis de los valores del espíritu. Ha sido un desgaste que arrastró a la familia (ahora llamada a ocupar el espacio que le toca) y a las instituciones educacionales.
En todos estos años muchos dejaron de plantar como era menester —una y otra vez, hasta el denuedo— las semillas de la virtud en quienes iban llegando al mundo. En medio del agotamiento por sobrevivir, muchos intentaron «transmitir» algunas claves, pero no con insistencia; y en esa abdicación (como la tierra de lo subjetivo estaba tan endurecida), las simientes plantadas pocas veces, o mal, no llegaron a prender.
Ahora el asunto, en una Cuba más heterogénea y desigual que aquella sorprendida por la caída del Muro de Berlín, adquiere dimensiones de gran complejidad. Ahora hay que remontar una cuesta agotadora, por ejemplo, en eso de que la lectura de un buen libro sea descubierta como placer, como hábito que se defienda contra viento y marea así las contingencias materiales tiren del camisón.
Ahora hay que buscar el mejor lenguaje, los caminos del encantamiento, reinventar toda fórmula con los ojos puestos en hacer hombres y mujeres de bien. Y hay que alistar los escenarios tangibles, crear con agilidad las condiciones para que los buenos ocupen los lugares y espacios más visibles y reconfortantes, para que los canales de ascenso social sean transparentes y enaltecedores.
Ahora hay que buscar incluso en la sabiduría de nuestros viejos, para tampoco acomodarnos en las fatalidades de las crisis: ¿Cómo era eso de que en los hogares más humildes había una ley de la mejor conducta: pobre, pero honrado, pero limpio, pero respetuoso, pero decente?
Evoco una frase tajante, y muy entendible, de un gran amigo: «Hay que tener cuidado con los que saben». Eso significa que el verdadero poder está en ser cultos (muchos pensamos todavía así), y que desde la instrucción y el buen sentido del vivir jamás será legitimada la desfachatez de los que poco saben (así aparenten tener el mundo a su merced).
La pelea por reacomodar nuestro paisaje será difícil, pero de su desenlace depende nuestra autoestima como criaturas insulares, y nuestra verdadera dignidad. Mostrarnos vacilantes sería imperdonable. Hay que reemprender entonces la siembra infatigable de las semillas, al tiempo de ejecutar, con rigor y sin que duela, lo que aconsejó el Apóstol:
«Que se marque al que no ame, para que la pena lo convierta».
Fuente Juventud Rebelde
Venezuela: Hugo Chávez el candidato de la Patria
11 de Junho de 2012, 21:00 - sem comentários aindaCon la inscripción de Hugo Chávez como candidato a la presidencia de la República ante el Consejo Nacional Electoral (CNE) para el 7 de octubre, se está desafiando a la "miserable conjura mediática venezolana", manifestó este lunes José Vicente Rangel.
Desde la Plaza Caracas, ubicada en las adyacencias del CNE, el destacado periodista resaltó que "Chávez está entero, completo y lleno de coraje como siempre lo ha sido".
Expresó que la importancia de ver la política como algo serio y tener en cuenta "el contraste entre una y otra política", pues en este proceso electoral las y los venezolanos nos estamos jugando "nuestro destino" para impulsar un proyecto que se basa en la participación del Poder Popular. (VTV)
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Chávez entregó Programa de la Patria, un compromiso de vida, de lucha, de batalla y de Victoria
Una verdadera fiesta rebosante de alegría y amor hacia el presidente Hugo Chávez vivió hoy toda Venezuela en ocasión de su inscripción como candidato para las elecciones del 7 de octubre.
En decenas de urbes del país y particularmente en Caracas, el pueblo salió a las calles y llenó las principales plazas en respaldo al mandatario, quien acudió este lunes a la sede del Consejo Nacional Electoral para cumplir con el trámite legal que oficializa su candidatura a esos comicios.
Es la candidatura de la mayoría de los venezolanos, la candidatura de la Patria, proclamó el propio Chávez al presentar a los rectores del árbitro electoral el plan de gobierno para el período 2013-2019, que servirá de base al segundo Plan Socialista de la Nación.(PL)
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"Derribo": Extracto en pdf de libro sobre los Cinco, en inglés
10 de Junho de 2012, 21:00 - sem comentários aindaPor Rosa C. Báez
Kimber en el podio y Wayne Smith en la mesa, durante la presentación. Foto: Erik Fundora |
El pasado sábado, cuando difundíamos el trabajo firmado por Saúl Landau y Danny Glover titulado “Desde la prisión”, recordábamos las jornadas que en Washington pusieron el tema de los Cinco al alcance de los estadounidenses residentes en aquella ciudad. En una de esas jornadas, en un panel donde se discutió sobre el entramado legal del Gobierno de Estados Unidos contra los Cinco, fue presentado por su autor, Stephen Kimber, periodista y escritor canadiense, el libro “Derribo: la verdadera historia de Hermanos al Rescate y los Cinco de Cuba”.
Se mencionaba en el artículo de marras, que la obra estaba disponible como libro electrónico, lo que nos motivó a buscarlo para compartirlo con nuestros lectores. Sin embargo, toda gestión fue inútil, por lo que recurrimos a la ayuda de Saúl Landau para localizar la obra y él, siempre gentil, lo puso a consideración del autor que, prontamente, nos dio respuesta:
“El libro completo no estará disponible hasta la primavera de 2013, pero un extracto de libro electrónico -que se centra en el derribo de la aviones de Hermanos al Rescate en 1996 y el papel-o la falta de papel desempeñado por los Cinco Cubanos- está disponible en Amazon. Mi opinión es que los cubanos no pueden descargarlo directamente desde Amazon, así que estoy adjuntando una copia en formato PDF. Si usted tiene alguna pregunta, por favor no dude en escribirme”.
Aunque está en idioma inglés, nos complace compartir con nuestros lectores este regalo del autor: "Derribo" es un extracto de "Lo que hay al otro lado del agua: La verdadera historia de la Los Cinco Cubanos".
Stephen Kimber, periodista y escritor canadiense, es autor de una novela y siete libros. Trabaja como profesor de Periodismo de la Universidad de Kings, en Halifax, Canadá.